Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
en el quinientos seis
y en el dos mil, también.

Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
varones y dublés.

Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldad insolente,
ya no hay quien lo niegue.

Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseaos.

De «Cambalache», de Enrique Santos Discépolo